Los ciudadanos de este país se encuentran cada vez más cansados y son cada vez más escépticos respecto a la clase política que dirige nuestro devenir social, político y económico, y ello ha venido generando una clara desconfianza de que esta clase dirigente sea capaz de respetar mínimamente los deseos de la ciudadanía. La polarización y crispación política actuales no hacen sino evidenciar ese ninguneo y poco respeto de nuestros dirigentes hacia los ciudadanos.
Tarde o temprano esta situación habrá de cambiar, ya que es insostenible en el medio y largo plazo, y es por ello por lo que sería necesario un punto de inflexión en el que se pasase de los actuales ataques, insultos y enfrentamientos permanentes en la mayoría de nuestras instituciones políticas y representativas, a buscar una firme, evidente y generosa búsqueda de lugares comunes entre las formaciones políticas, al menos de las dos mayoritarias, y que se entrase así en el terreno de una verdadera POLITICA (con mayúsculas).
En algunos de nuestros artículos anteriores hemos propuesto la necesidad de que las formaciones políticas que nos representan, y de una forma acorde con los deseos y las necesidades de los ciudadanos, llegasen a consensuar cinco Pactos de Estado, tales como los siguientes: a) Sanidad, b) Educación y Ciencia c) Justicia d) Economía y sostenibilidad y e) Integridad y lucha contra la corrupción. En cada una de estas áreas, hay una enorme cantidad de asignaturas pendientes y de aspectos y decisiones que deberían acordar los partidos políticos y respetar así en mayor medida las necesidades de la ciudadanía.
Sin restar un ápice de importancia a poder alcanzar esos cinco Pactos de estado, y de cara a proponer objetivos y consensos algo más sencillos y desde luego realmente urgentes, nos vamos a permitir en estas líneas algunas propuestas básicas, que aunque nominalmente modestas, podrían suponer un cambio de coordenadas en el devenir de la relaciones entre la clase política y la ciudadanía, y en la forma de hacer por parte de nuestros representantes en las instituciones políticas, tanto estatales (Congreso y Senado), como autonómicas e incluso municipales. Nos referimos, y tratando de ser prácticos, a que al menos los dos partidos mayoritarios en nuestro país: PSOE Y PP, consensuasen un mínimo espacio común y de líneas rojas, de forma que se comprometiesen, tanto estando en el gobierno como en la oposición, y teniendo en cuenta que entre ambos formarían una mayoría absoluta muy holgada en cualquiera de las eventuales votaciones, a apoyarse mínimamente de forma que quien estuviese en el gobierno en cada momento (y a cualquier nivel institucional), supiese que, al menos en las votaciones relacionadas con esos temas fundamentales previamente consensuados, el voto de esa oposición sería favorable o al menos de abstención, si con ello fuese suficiente para que se adoptasen esas medidas de interés general, y con ello se respetasen clara y mayoritariamente, en definitiva, los deseos y necesidades de los ciudadanos.
Sería por tanto muy importante que al menos estos dos partidos mayoritarios acordasen un conjunto determinado de Medidas políticas, sociales y económicas de cara a respetarlas y apoyarlas consensuadamente en cualquiera de las instituciones políticas. No tendría que ser una lista muy larga, ya que se trataría de un proceso evolutivo que podría comenzar, por ejemplo, por diez aspectos fundamentales, una especie de decálogo o diez mandamientos políticos comunes, que se comprometerían a respetar en cualquiera de las mencionadas votaciones, tanto a nivel estatal, como autonómico o local.
En estas breves líneas solo pretendemos proponer este modelo de acuerdo, sin entrar en el detalle de las propuestas. En todo caso estos diez (como mínimo) lugares políticos comunes podrían estar alineados, por ejemplo, con algunos de los contenidos del acuerdo político entre el PSOE y Ciudadanos (2016), o del acuerdo o Pacto de investidura entre el PP y ciudadanos, ese mismo año (enfocado especialmente al Modelo territorial en nuestro país), entre otros posibles. Tampoco estaría mal que en los debates políticos o electorales de los candidatos, además de los consabidos ataques, críticas, etc. respecto a los contrarios, se pudiesen incluir las propuestas que cada uno de los partidos políticos le/s ofrecería consensuar a sus contrincantes, de forma que pudieran resultar de esos debates no solamente los diversos antagonismos, sino los posibles temas y acuerdos que estarían dispuestos a asumir los partidos debatientes, lo cual tendría un interés social y realmente informativo para los ciudadanos (dudamos que como en otras tantas cosas estuvieran de acuerdo los partidos, pero no perdemos nada -y es nuestra obligación moral y ciudadana- proponiendo este formato o variante de debates).
Por otra parte, y por referir algunas ideas, a modo de ejemplo, de esos posibles lugares comunes a consensuar podríamos mencionar: a) La mejora intensiva y extensiva de la Sanidad, b) Una estabilidad mínimamente duradera en Educación, acordando aspectos básicos y permanentes relativos a: universidades, enseñanza media, formación profesional, etc. c) Propiciar la Ciencia abierta y el libre conocimiento, así como un incremento amplio y permanente de los recursos para la investigación. e) Impulsar la Economía circular y sostenible, f) Agilizar y aumentar los recursos materiales y sobre todo personales para la administración de Justicia, g) Reconocimiento y preservación de derechos para el colectivo Lgtbi, h) Respeto permanente a la integridad territorial de nuestro país, i) Medidas inequívocas por la integridad, la ética y la lucha contra la corrupción, etc.. Podrían ser éstos, u otros muchos y distintos.
Los anteriores posibles acuerdos o mandamientos políticos, se resumirían en todo caso en uno previo a todos ellos: Diálogo, diálogo y diálogo entre las formaciones políticas (palabra hasta ahora desconocida para ellas) y poder alcanzar así lo que sería un histórico Acuerdo de mínimos, multi e intrainstitucional, que hiciese que los ciudadanos se sintiesen algo más tranquilos ante la existencia de este mínimo acuerdo entre las dos fuerzas políticas mayoritarias (o más) en nuestro país, y que podría hacer cambiar, además, la muy negativa percepción, descrédito y desconfianza que la mayor parte de los ciudadanos tienen respecto a la clase política.
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