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Juan Fernández: "Nunca quise ser piloto profesional, me dedicaba al textil"

El pasado fin de semana se celebró en Montmeló el Gran Premio de Fórmula 1. El Grupo Santander está presente en esta competición desde el 2007 y con Ferrari desde el 2010. Invierte una media de 40 millones de euros anuales desde que patrocina el equipo italiano. Diez millones anuales más en vallas por el mundo. Todo ha servido para un importante reconocimiento de marca a nivel mundial y un retorno publicitario en 2010 y 2011 de 220 millones anuales de media.

Pero no siempre fue así. Aunque España siempre ha tenido una gran afición por el automovilismo y el importante número de cabeceras de motor que se publican respaldan esa pasión por las cuatro ruedas. Alguno de sus precursores, como Juan Fernández, competía y después se iba a trabajar. Ha llenado páginas y páginas de periódicos y revistas, minutos de radio y televisión para sus patrocinadores.

Líder social y mediático, querido por la afición, cuenta con monumentos a su mérito deportivo en Mallorca y Málaga. La Fundación Race le otorgó una de las pocas medallas de honor con las que distingue a relevantes figuras del deporte y la industria del automóvil. En el comunicado del RACE se recuerda que "es muy difícil conseguir con precisión el palmarés completo de este sabadellense que ha sido el prototipo de gentleman drive, polifacético en las principales disciplinas del motor, rallies, circuitos o montaña. Un palmarés como el que exhibe Juan Fernández es casi imposible de encontrar, incluso entre los grandes mitos de la historia de la competición".

24 may 2012 l Leída 11.258 veces l 8 min l Compartir noticia
Juan Fernández: 'Nunca quise ser piloto profesional, me dedicaba al textil'

Juan Fernández García


Tras cuarenta años de trayectoria. Juan Fernández García ha competido en 645 carreras de las que ha ganado 298, 2 títulos europeos, 17 títulos españoles y 19 catalanes. Empezó a competir en motocicleta a principios de los 50, pero se pasó a los coches de la mano de Salvador Fábregas. En 1963 debutó como piloto y a partir de aquel año desarrolló una intensa carrera deportiva que no cesaría hasta los 90.

Ahora ha llegado la recopilación de su vida automovilística: "Juan Fernández. Cuatro décadas de competición de un deportista ejemplar" escrita por Pablo Gimeno y publicada por la editorial Escudería Montjuich. El documento, lleno de imágenes y vivencias, recoge gran parte de la historia del automovilismo español.

El secreto de este pluricampeón: su vitalidad, su constante esfuerzo y un carácter afable, optimista y generoso, que deja amigos allá donde pasa, tanto dentro como fuera de los circuitos. 

Carretera de la Arrabassada (Barcelona) en 1983

¿Qué le llevó a la competición? 

Cuando tenía 16 años fui a la Diagonal a ver las carreras de la Penya Rhin. Era el Campeonato del Mundo y competían Fangio, españoles como Fábregas, Godia, Jover y muchos otros. Iban a 300 Km/h por la Diagonal y me enamoré de este deporte. En aquel entonces yo trabajaba en el mundo textil. Lo curioso es que años después coincidí con aquellos a quienes vi correr.

Pero primero comenzó conduciendo motos, y más tarde automóviles...

Como ahora, no se podía conducir coches hasta cumplir los 18 años. En esa época teníamos, en motos, marcas españolas como Montesa y Derbi. La que más me gustaba era Montesa y fui a pedir una moto, pero me dijeron que tardarían casi dos años en entregármela. Así que tuve que espabilarme para conseguirla en tres o cuatro meses. Primero corrí unos años como particular. Cuando gané varias carreras, Paco Bultó, fundador de Montesa, y Pere Permanyer, me ofrecieron unirme a ellos. Yo nunca quise ser profesional, me dedicaba al textil y en mis ratos libres, sábados y domingos, iba a correr. Toda la técnica la aprendí del maestro Paco Bultó, el equipo era extraordinario. 

¿Cómo lo hacía para compaginar el trabajo con la competición?

Cuando eres joven puedes con todo. Aunque a veces trabajaba de noche en la fábrica, siempre encontraba tiempo para correr. 

Usted fue uno de los fundadores de la Escudería Montjuich, ¿cómo surgió?

A José María Juncadella, a Enrique Coma-Cros, a Félix Muñoz y a mí nos gustaba mucho el circuito de Montjuich. Y como en aquella época no había escuderías en España, la creamos. Enrique Coma-Cros fue el presidente y también el ideólogo.

¿Con qué pilotos internacionales diría que rivalizó más? 

El que más veces me encontré fue Mauro Nesti, un italiano campeón de Europa. Los dos corríamos en pista y en montaña. Cuando corrían internacionales como Peterson, Jim Clark, Jochen Rindt y Jackie Steward, que corrían Fórmula 2, a nuestros Porsche no llegaban a sacarnos ni 3 segundos en todo el circuito. Todo y que eran más ligeros y rápidos en las bajadas, pero nuestros Porsche eran muy rápidos en las subidas. Nuestros coches rozaban los 400cv. No nos dábamos cuenta, llegábamos a 250 km/h arriba, al Estadio.

"Con Porsche he tenido mis mejores momentos"

¿Y nacionales?

De nacionales, quizá mi rivalidad fue con Álex Soler-Roig. Le gané algunas veces y él era profesional y yo no. Mi maestro fue Salvador Fábregas, quien entonces era presidente del RACC. Fábregas es la persona que más he apreciado en la vida, fui su copiloto por toda Europa.

 

Despuntar en competición es difícil. Supongo que además de ser buen piloto, es necesario hacerse con un buen coche, ¿cómo era la relación con los fabricantes?

Esto ha sido siempre así, hay que hacerse con un buen coche para despuntar. Yo empecé con Renault. El importador traía tres o cuatro coches al año, pero te lo tenías que ganar y no te pagaban nada. Se celebró una carrera en Montjuich donde sólo corría Seat, en ese momento el modelo era el 1.400. Yo me apunté. Fui al concesionario de Sabadell a encargar un coche y me dijeron: “Hay un año y medio de plazo de entrega”. Y se me ocurrió escribir al presidente de Seat: “Mire, he ganado el Rally de Mónaco, el mes que viene hay esta competición de coches y me gustaría correr con un Seat”.  Y a los 15 días me mandó un coche. En el concesionario nadie lo entendía. Corrí la Copa Seat, y quedé segundo. 

Ha corrido con Porsche, Seat, BMW... ¿Con qué coches diría que ha vivido sus mejores momentos? 

Me dieron hace años un premio en Munich por ser el que más carreras he hecho del mundo con BMW. Pero con Porsche, he tenido mis mejores momentos. Llegué a hablar con Piëch, que era el principal jefe de Porsche. Su secretaria personal me puso entre los pilotos preferidos. Y siempre que salía un último modelo cogían el viejo, lo vendían en Brasil o donde fuera, y me daban el nuevo. Si conservara todos los Porsche que he tenido valdrían hoy más de seis millones de euros (algo más de 1.000 millones de las antiguas pesetas). Con Porsche hice un quinto puesto en Le Mans, gané dos veces las 6 horas y una vez las 12 horas de Montjuïch acompañando al mejor piloto de la época, Paco Godia.

¿Y qué ha sido de estos coches?

Uno de mis coches, el 908/3, está en un museo de Los Ángeles. En realidad, los vendíamos, para comprarnos otro y no sabíamos que hoy valdrían tanto dinero. Enrique Coma-Cros coleccionó coches, pero más normales, no de carreras.

¿Qué records de velocidad mantiene hoy Juan Fernández?

Muchos. Mantengo el de la Arrabassada y el de Montserrat. En realidad, tengo récords en casi todas las carreras más importantes. Tengo también el de Alcañiz. Allí cada vez que voy, me reconocen y me saludan afectuosamente. Ahora hace un año me nombraron pregonero de sus fiestas.

Jackie Stewart y Juan Fernández en París (1973)

Y para lograr estos récords, antes de una carrera, ¿cómo se concentraba? 

Cuando llegaba allí, ya no pensaba en nada más. De hecho, hacía lo mismo cuando trabajaba, me olvidaba de que tenía un coche. Siempre he desconectado totalmente una cosa y de la otra.

 

Además de la concentración, ¿cuál es el trabajo previo a una carrera? 

Ahora los pilotos hacen mucho deporte. Nosotros no. Íbamos directamente a competir. Corríamos en Le Mans con un Ferrari 512 de 600cv y éramos sólo dos pilotos. Dormíamos la noche anterior a ratos. Pero es verdad que también íbamos más despacio de lo que van ahora, eran otros tiempos. Antes, en España, todos los circuitos eran urbanos. En las carreras de montaña tenías que aprenderte todo en un par de días. En circuito, a la quinta vuelta ya te sabías el recorrido.

¿Y la relación con los mecánicos cómo era? 

Muy buena. Se ocupaban de todo. Porsche me dejaba un mecánico, pero no teníamos tiempo para entrenar. Hacíamos lo que podíamos. 

¿Se ha arrepentido de alguna decisión tomada durante una carrera?

Sí. Mira, una vez en una carrera en cuesta en Santander hice tan buen tiempo que nadie se lo creía. Y eso me costó el Campeonato de España. Carmina, mi mujer, me preguntó que por qué no protestaba. Pero bueno, al año siguiente, volví a hacer el mejor tiempo y gané.

¿Cuál es su circuito preferido?

Montjuich. A veces hacía la vuelta más rápida. El circuito es muy técnico y difícil. 

Miguel Arias Cañete entrega a Juan Fernández la medalla de oro del RACE

Hoy por hoy han desaparecido algunas competiciones del calendario de la Federación Española, ¿se debe a falta de pilotos, de voluntad política o de anunciantes?

En la Arrabassada acudían 25.000 espectadores, en Andalucía y en el Norte más de 30.000. Antes la montaña tenía mucho valor porque no había circuitos, pero ahora en España hay siete y no se pueden llenar todos. No hay gente para correr en tantos sitios. A los circuitos grandes como Montmeló la gente sólo va a ver el campeonato de Motos y de Fórmula 1, pero no van a ver las pequeñas competiciones. Algunas carreras de montaña hace 40 años que las hacen, quizás se han ido reduciendo, pero son importantes para los periódicos locales y todavía encuentran sponsors. En Asturias o Galicia hay mucha afición. Eran competiciones más cercanas al público. He ganado el Rallye Costa Brava cinco veces, antes era una página entera en la prensa hablando de esto, ahora ponen un trocito pequeño.

Es conocida la dificultad de los pilotos para encontrar sponsors, ¿cree que la competición es una buena opción para los anunciantes?

Sí, claro, pregúntaselo al Banco de Santander. Mis coches han sido fotografiados millones de veces. Entiéndeme, hoy en día, un Nadal, un Alonso o un Messi todos quieren apostar por ellos, pero a los demás les cuesta.

Por cierto, ¿dónde guarda tantos trofeos?

Si los hubiera guardado todos, mi mujer me sacaría de casa. Los muy grandes, a veces, los regalaba a los aficionados. Algunos de ellos, muy fieles, seguian todas las carreras.

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